miércoles, 23 de noviembre de 2011

Espera

Orquídea Fong


Acechante estoy, inhabitada, desierta.

Tengo un eco de tu paso,
un recuerdo translúcido, flotante.
Un atisbo de tu cuerpo,
confluencia de senderos derruidos,
alud de piel nocturna, agazapada,
ambicionado territorio de mis dedos.

Sigo tu rastro, tu olor apenas sugerido,
te doy caza.

Te espero, inmóvil,
vuelta cordillera.

Te deseo.

Apetezco tu  larga piel que se me niega,
que enclaustrada y muda se mantiene
mientras yo en mi polvo me revuelco,
imperio volcánico, estallante,
que me destaza, que rasga,
que ya no se doblega.

Anhelo tu voz de cueva impenetrada,
espesa,
que anudaría alrededor de mi cuello,
que bebería voraz, desesperada.

Dejaría atrás mis rocas, mis edades.
Sería firmamento sobre ti, subsuelo de tu andar.

Fluiría acuáticamente,
mutándome en pertenencia de tu espacio.
Permanecería marmóreamente,
vuelta sustrato, savia, lluvia.

Tomaría esa tu piel extensa entre los dientes
para volverla mi pan,
mi licor,
mi carne.

Haría con tus dedos bosques de vagancia,
 y descansados lagos con  tus manos.

Sería tu cauce, torrente enhiesto,
sería tu universo, tu selva,
tu arenal derramado,
dispuesto al impulso y al descanso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario