Orquídea Fong
Este fin de semana estuvo agitado y fue muy extraño. Todo lo del acoso, troleo y demás cosas que surgieron sorprendentemente, a raíz de la presión a una oscura figura política, Edith Ruiz Mendicuti, me han dejado en un ánimo raro y si a eso se le suma la lluvia, bueno...
Desde el principio, que fui invitada a sumarme al grupo para exigir la renuncia de la diputada petista integrada a fuerzas a la bancada del PRD, pensé que poco logro sería hacerla dejar la Comisión de Cultura sin considerar cuestiones contextuales y tener una visión más amplia.
Efectivamente, la presencia de Mendicuti al frente de la Comisión de Cultura de la ALDF es deplorable. Es innegable que no está preparada, es indiscutible que no tiene idea de la magnitud de su encargo ni de la naturaleza de éste.
Sin embargo, analizando toda la información al respecto y la historia de la llegada de Mendicuti a la ALDF y a la Comisión de Cultura, queda bien patente que ella no es el problema. Y no me estoy contradiciendo: Mendicuti no debe estar en donde está. Es faltista, inculta, y pertenece a una bancada con la que no comparte ideología, es decir, no está representando a sus electores. Fue colocada ahí por convenir a los intereses del PRD, que necesitaba completar su mayoría para dominar en la ALDF. Y si bien ella ha amenazado con dejar la bancada, es cierto que no lo ha hecho, dejando en claro que o negocia con el PRD o se deja presionar.
El problema es la falta de normativas dentro de la ADLF y/o el incumplimiento cínico de las mismas. Un ejemplo: existe una norma que ordena la baja de los diputados por inasistencias, norma que no ha sido aplicada a Mendicuti (presumiblemente por los mismos motivos que la llevaron a ser parte de la bancada del PRD), a pesar de que, según la información que he leído, ha faltado a 14 de 15 sesiones del pleno de la ALDF.
A nadie en el PRD conviene que caiga Mendicuti, pero a PRI y PAN les vendría de perlas. Todos están ya con la pata en el estribo para subirse el camión de la rebatinga por la jefatura de gobierno del DF.Nuestra presión vino a mover alguno que otro tapete y quizá, a hacer pensar a panistas o priistas que tendrían un poquito de tierra que echar al PRD.
Nosotros, como escritores, académicos, periodistas, empresarios, (de todo hay en el grupo), sabemos que hay que entrar mucho más a fondo. Fuera Mendicuti, sí, pero no como acto de persecución en contra de su persona, sino como una forma de decir que estamos molestos y hartos de que los cargos legislativos sean botín y que no exista ni la mínima exigencia de atributos o capacidades para presidir una comisión o una secretaría.
Yo al menos, veo que debemos pensar con cuidado qué es lo que vamos a pedirle a nuestros diputados en materia de cultura. Hay muchos temas preocupantes que se han destapado a raíz de las deplorables actuaciones de Ruiz Mendicuti: la ligereza con la que se reparten las comisiones, el chambismo, el ausentismo, el nepotismo, la falta de transparencia, la deriva a la que va la política cultural en la ciudad, ámbito profesional de muchos de los miembros del grupo. Nada nuevo, no. Es una situación desdichadamente vieja.
Mendicuti es ignorante, pero por supuesto que no soy tan ingenua de pensar que tener a una persona extremadamente culta en un cargo es garantía de cumplimiento y eficacia (mucho menos de honradez), no. Pienso que exigir cierto nivel de instrucción para presidir una comisión legislativa es lo mínimo que se debe hacer y ADEMÁS desarrollar instrumentos normativos para evitar que cualquier diputado, culto o inculto, libre o bajo presión de otros, abuse de su cargo, sea flojo, faltista y ejerza el nepotismo.
Seguimos con esto, con paciencia. A ver a donde nos lleva.
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