Desafortunadamente, fue puesta en tal predicamento que no tuvo opción que pagar el dinero que la persona que atropelló a su esposo exigía. Ya lo había platicado por aquí: Said fue atropellado por un fulano, de quien no se supo el nombre. Su mano se estrelló en el parabrisas del auto, resultando en fractura de muñeca. No importando que él fuera el peatón, el atropellado y el lesionado, fue acusado de dañar el automóvil y el tipo lo acusó formalmente. Con fractura y contusiones, Said fue detenido y su esposa hubo de pagar una cantidad para que se le otorgara el "perdón".
Soy consciente de Jareth tenía como prioridad sacar a su esposo de los separos para que obtuviera atención médica. Era lo primero y no le reprocho el haber cedido a las presiones de su extorsionador. Sin embargo, sé (y estoy segura que ella lo sabe), que no debió ser, que no se debió dar el triunfo a semejante persona y dejar que tuviera éxito una canallada semejante. Que todo estuvo mal.
Yo no critico ni juzgo, ya que yo misma callé una tremenda negligencia médica cometida en contra mía hace casi un año. Y lo hice por cansancio, porque no me quise enfrentar al horrendo aparato burocrático de la (jocosamente) llamada "justicia" mexicana, porque bastantes inconvenientes había tenido ya y no quería saber ya nada. "Ellos" (los que construyen todo el tejido de abusos) sean quienes sean, apuestan a la desesperación que da el querer lograr justicia y en eso se escudan.
Me alegro que Jareth tenga ya junto a ella a su marido y que él se esté recuperando. Que hayan conseguido el dinero para liberarlo, aun cuando él fuera inocente. Que se haya resuelto lo inmediato. Y que, como me contó, hayan hecho intervenir a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, por más que, sabemos, el poder de este organismo es aún diminuto para conseguir se sancionen los abusos.
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