viernes, 5 de agosto de 2011

40-momentos-40 (1a parte)

Y antes que tengan que ser 41, va esta colección de estampas, inspirada—que no plagiada—de lo que hizo la tal América Pacheco para celebrar su 35ava vuelta al viejo sol arriba de este planeta, al que ya ni me molesto en adjetivar.
O sea, un momento o etapa relevante de mi vida por cada año que ha durado, eso hace 40, lo cual me da ventaja numérica sobre ella, aunque no necesariamente en contenido, porque la infame ya estuvo en París y yo no, y eso que ella es fea y yo soy bonita. No me molestaré en disimular mi horrible envidia. En fin. Va la lista, que no es por orden cronológico.

1.-Me salvé de llamarme Artemia, como proponía mi abuela paterna para atender al hecho que el 20 de octubre es día de San Artemio, el Patrono del Alimento para Peces. Se denegó la moción. También fue diplomáticamente declinada la sugerencia de nombrarme Erwina, hecha por un amigo de la familia, de simpatías nazis, que deseaba apadrinarme y de paso homenajear al insigne soldadote alemán Erwin Rommel, el Mapache o Tejón o lo que fuera del Desierto. Por ahí se sugirió Georgina (porque mi papá se llama Jorge), lindo nombre que me hubiera gustado, pero luego se impuso el criterio de que yo sería rumbera y por eso se me llamó Orquídea. Casi le atinan.

2.-Me presenté a un concurso de belleza, con mi bikini, mis coletitas y mis huaraches, hace la friolera de 36 años, quedando semifinalista. Era el programa de Evelyn Lapuente, “Visión Matutina”, canal 4,  siendo el inicio de mi carrera como escupidora de sandeces al aire. Dice mi mamá que como me había portado mal, no me compró unos zapatitos nuevos y de castigo, me mandó con unos huaraches usados. Cuando Evelyn me puso el micrófono externé mis pensamientos: “¿Todaz laz niñaz tienen zapatitoz?”, haciendo desternillar de risa al público. No se me ha quitado lo ridícula. Ah, y no he vuelto a usar bikini.

3.-Descubrí los LP’s de los Beatles en el disquero de mi casa a los 10 años. El álbum azul, el rojo y el blanco, del sello Apple. Me aprendí todas las letras y gasté horas y más horas en escucharlos vez tras vez. Luego, encontré un cassette con los éxitos de Queen y fue lo mismo. Que nostalgia.

4.-Una vez salí a la calle armada de una vara de Kung Fu para defender a mi hermano, al que lo estaban sonando otros niños en la calle. No me dejaron llegar y no alcancé a pegarle a nadie. Aish.

5.-Por alguna extraña razón, decidí que iba a ser arquitecta y estudié el área físico-matemática en la preparatoria, en la que  mi desempeño en física y matemáticas fue patético, y en literatura, sobresaliente. Luego, mi papá me hizo un examen vocacional y salí apta para lo literario. El lunes siguiente me inscribí para hacer examen de admisión a la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Aunque sólo duré un año ahí, eso marcó mi destino, porque ahí conocí a la adorada maestra Dolores Castro. Y a otros seres, la mayoría impresentables.

6.-Alguien le preguntó a mi mamá si en su casa alguien sabía inglés. Así, de repente, me vi dando clases a niños, contando apenas 15 años de edad.

7.-20 de mayo de 1991. Mi día de Independencia privado y personal. Esa memorable fecha tomé la decisión de terminar un espantoso y violento noviazgo que ya duraba 4 años. Desde entonces, no hay 20 de mayo que no me felicite cordialmente a mí misma por tal decisión, que me dejó perpleja, vacía y desorientada, pero con posibilidades reales de construir mi vida a mi manera.

8.-21 de marzo de 1995. Mi nuevo novio me citó en su casa. Llegué a verlo y ese día nacieron todas las flores. Ya cumplimos 16 primaveras, con sus más, sus menos y  sus ocasionales desgreñes, pero sigo siendo mujer al agua cuando me sonríe.

9.-Lago de Pátzcuaro…Janitzio… Michoacán. Amo esa tierra mágica en donde viví hermosos encuentros literarios y conocí al querido Miguel Cane, al precioso Dann Cazés y al maravilloso Peter Smith. Los talleres literarios de El Molino, en Erongarícuaro, llenos de tantos locos como yo, fueron como un regreso a un añorado hogar.

10.- Escribí mi primer intento de poema a los 12 años, totalmente influida por la poesía romántica decimonónica y llevada más por la forma que por el fondo. Luego, a los 18, al ser invitada al taller de la maestra Castro, escribí un algo la noche anterior y para mi sorpresa ella me felicitó. Eso encendió mi corazón de tal manera que decidí arrancarle a la palabra todos sus frutos y me doy cuenta que apenas he rascado la superficie.

11.- Algún momento de 1992… ENEP Acatlán (hoy FES).De repente, ni me acuerdo a que horas fue, pero  ya era amiga, cómplice, confidente y adversaria en una especie de esgrima cavernario-intelectual del amigo que querré por siempre, no matter what, Antonio Ambriz. Dice él que entre nosotros todo empezó cuando él me desesperó por algo y  yo le menté la madre. No me acuerdo, pero es consistente con nuestro historial. Lo que sí recuerdo y creo que él no, fue la vez que yo, presa de una de mis crisis neurológicas o de la clase que sean, estaba sentada en un escalón, él llegó directo a donde yo estaba (la escuela es enorme) y me dijo: “sabía que te sentías mal y te empecé a buscar”. Ese hecho  lo llevo como un diamante en mi corazón. Y sé que no le va gustar que lo haya contado. Ni modos, ¿eh?

12.- Y sí, otro momento imborrable fue la última vez que vi físicamente al Toño. Hace 12 años exactamente, (¡damn you!). No me sentí triste, porque no tenía idea de que pasaría tanto tiempo (y contando). Me quedé viéndolo alejarse, con su discreta camisa anaranjada con rombitos amarillos, durante unos minutos,  y luego regresé a mi oficina.

13.-Una mañanita de 1986 me desperté en una camilla de hospital. Había tenido algo que aparentaba una convulsión mientras dormía. Me llevaron al IMSS, relataron lo que pasó y sin más, los médicos dictaminaron epilepsia. Los EEG siempre fueron normales, aún así, seguí medicándome. Se me dijo después que tenía un angioma en el cerebro y algún desinformado, de los que abundan, nos advirtió que podría reventarse en cualquier momento. Puso una sentencia falsa de muerte sobre de mí, la cual me hizo poco impacto, pero a mis familiares les afectó mucho.

14.-Vi como abrían la tierra, cavaban, clavaban…Vi crecer mi casa poco a poco, en el lugar donde antes sólo había habido piedras, tierra y yerbajos. En donde marcamos con cal los perímetros de los cuartos, las ubicaciones de las puertas. En donde no había nada, ahora hay una casa. Cuando no teníamos ni un centavo, nos atrevimos a soñar en construirla. Y todo fue un milagro: de ganar mil pesos al mes (en 1995), mi marido obtuvo un puesto en donde ganaba catorce veces más. Llegaron los ladrillos, las ventanas, los pisos, la carísima losa. Dijimos: aquí pondremos una palmera, la sembramos, tenía 60 centímetros de altura…y ahora mide más de diez metros de alto, majestuosa. Y mi casa aquí está, esperando lo que sigue.

15.-Bailar, bailar. Sólo eso me ha hecho sentir por completo libre. Siempre. La falsa epilepsia detuvo mis intenciones de bailar y bailar. De todos modos ninguna escuela de danza me hubiera aceptado, porque soy bajita, de miembros cortos y… no diré gorda, más bien rozagantota. Pero nada me ha dado más felicidad.

16.-Guglielmo Marconi fue el hombre que desarrolló la señal telegráfica sin hilos, el avance que fuera 
precursor de la transmisión radiofónica. Siendo una humilde chica del servicio social en Radio UNAM, me aventé la tarea de escribir la radionovela de su vida, una adaptación de una novela de Marina Subirats y completada con investigación adicional. NO HABÍA INTERNET, fue un trabajo de mulas. Y fui TAN feliz escribiendo y presenciando las grabaciones. El querido Juan Stack me hizo el HONOR de actuar al padre de Marconi, Ana Ofelía Murguía (¡la primera actriz!) la madre y Esteban Escárcega fue Marconi anciano. Qué época maravillosa. Se transmitió en el glorioso 1995. Producción y musicalización de Manuel Díaz Suástegui (mi viejo).

17.-Me gané mi primer dinero propio, 400 pesos o 40 pesos, no puedo recordar, trabajando como extra en la telenovela “El extraño retorno de Diana Salazar” (sí, con Lucía Méndez). Nos llamaron a todos los orientales del D.F. porque había escenas que estaban ubicadas en Japón. Algo así. También actuó mi papá de policía o detective. Ah, cobrarles a los infelices de Televisa fue un suplicio. Codos.

18.-En cierto momento de mis crisis existenciales dejé la carrera de periodismo y me dispuse a ingresar a “La Esmeralda” a estudiar pintura. No me aceptaron y volví a periodismo. Bien hecho. Era una babosada, realmente.

19.-  Año 2000. Sentada en el consultorio de un médico, veía frente a mí a una mujer leer el periódico Reforma. Vi un anuncio: “Se solicitan redactores para internet….Dejar CV en la calle Fresas #13, Colonia del Valle”. La dirección me pareció ligeramente conocida. Fui a dejar mi CV, me llamaron a prueba, fui aceptada e integrada a la plantilla de redacción de proceso.com. Otra época hermosa e inolvidable, de la que salí con amigos entrañables: Diana Aguilar, Rosalía Vergara y por supuesto, Rafael Rodríguez.

20.-No quedaba. No quedaba y estábamos nerviosísimas. Los nervios nos hacían cometer errores tontos. Pero finalmente, a eso de las nueve de la noche del 6 de mayo del 2010, Maribell Carreño y yo pusimos online el número uno de Bamboo, la revista que llevábamos al menos dos años planeando, porque esa mujer y yo habíamos decidido, desde 1999, que teníamos que tener una revista. El plan original era hacerla en papel, pero la falta de varo y las nuevas tecnologías decidieron ese rumbo, y somos felices. Bamboo es mi nena consentida. Para celebrar el lanzamiento, la mamá de Maribell abrió una de vino de blanco y dijimos ¡salud! Gracias a todos mis colaboradores por esta labor de amor.

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