Orquídea Fong
(Texto publicado originalmente en Revista KYA!)
¿Qué pasa cuando un científico, de curiosidad insaciable, se
enfrenta a la máxima pregunta que su mente puede formular y a la cual, según la
ciencia, no existe ni existirá quizá,
jamás, una respuesta?
Si el científico es, además, un literato desbordante de imaginación, lo que sucederá probablemente es que utilizará su mente para elaborar una complicada y sólida fantasía que constituya la respuesta a la máxima pregunta, a la única pregunta realmente importante.
Cuando todas las respuestas se han encontrado, ¿Qué queda
por saber?
Según Isaac Asimov, cuando todas las preguntas se hayan
respondido, cuando el ser humano haya dominado cada reducto de la materia y la
energía, aún quedará una cuestión pendiente: ¿Cómo dar marcha atrás a la
tendencia del Universo a desordenarse? ¿Cómo recuperar toda la energía que ha ido perdiéndose desde el Big Bang? Es decir ¿cómo detener la entropía?
Este es el tema de La Última Pregunta, el que fue el relato
favorito del propio Isaac Asimov, quien, en la presentación del texto dice: “Si
hemos de considerar las consecuencias del progreso científico, resulta difícil
saber dónde detenerse. En cierta ocasión, miré, simplemente, cada vez más lejos
en el futuro, hasta llegar al final mismo del Universo. ¿Y luego?”.
De acuerdo a la teoría aceptada, el universo surgió de la
gran explosión llamada Big Bang, el estallido que dispersó toda la materia del
universo, originalmente concentrada en una esfera diminuta. Esa materia
continúa expandiéndose, ya vuelta estrellas, planetas y galaxias. Algún día, en
miles de millones de años, la energía original se habrá terminado, las
estrellas se apagarán y el universo dejará de existir.
En este relato, también a mi juicio lo mejor que ha escrito
Asimov, los científicos se preguntan como revertir la entropía, cómo lograr que
el universo recupere la energía que se diluye. En suma, se preguntan cómo sería
posible empezar de nuevo, cuando todo haya vuelto al caos originario.
La acción del relato transcurre a lo largo de miles de
millones de años de civilización humana. El hilo que une las diversas eras es
Multivac, una enorme computadora que ha aparecido en muchos relatos de Asimov.
Esta computadora rige los destinos del hombre, y, en este cuento que
comentamos, inicia como una máquina de kilómetros de extensión sepultada en
Tierra y termina transformada en la Mente Cósmica.
Multivac es la protagonista de la acción, que arranca en el año 2061, cuando un técnico programador le pregunta cómo revertir la entropía del universo. Multivac responde “Aún no hay suficientes datos para una respuesta significativa”.
Pasan cientos de años. La enorme mente electrónica resuelve el problema del viaje
interestelar. La humanidad puede colonizar otros sistemas solares. Cada nuevo
planeta cuenta con un AC Planetario--sucursales de Multivac--que se encarga de sus habitantes humanos.
Después, Multivac se muda a su propio planetoide, desde donde
se comunica con todos los mundos habitados
y con todas las naves que viajan por el universo, mediante ondas que son
recibidas por pequeñas unidades, las Microvac.
Una familia que viaja a colonizar un nuevo mundo, miles de
años después de iniciada la colonización, recurre en la vieja pregunta hecha en
2061. Y la computadora responde otra vez que los datos aún son insuficientes
para una respuesta significativa. Otros miles de años pasan. Los humanos son
ahora inmortales, gracias a la mente electrónica que ahora se llama AC
Galáctico.
Entre dos exploradores surge la preocupación sobre el
destino del universo. A pesar de que la energía de las estrellas durará aún
miles de millones de años, no será infinita. ¿Cómo revertir la entropía?
Mediante un pequeño dispositivo, cuya descripción nos hace pensar en nuestros
actuales iphones, se le pregunta al AC Galáctico la manera de lograrlo. La
respuesta sigue siendo la misma: datos insuficientes. No es posible dar una
respuesta significativa.
Transcurren varios milenios. Las galaxias ahora están
totalmente ocupadas por humanos. La vida, ahora, es esencialmente mental. Las
esencias de las personas viajan de planeta en planeta con el pensamiento
mientras sus cuerpos inmortales permanecen en sus planetas. El AC Universal es
pura mente también.
Dos mentes que vagan por la galaxia se encuentran y
conversan. Surge la antigua preocupación. Y ambas deciden buscar la mente de AC
Universal y preguntar si es posible revertir la entropía del universo. El AC
Universal aún no puede responder pues no ha terminado, dice, de compilar todos los datos necesarios para ello.
Siguen corriendo las eras. El universo comienza a languidecer. La humanidad es una sola
mente: el Hombre. La mente del Hombre dialoga consigo misma acerca del fin de
toda energía y conversa de eso con el AC Cósmico. Aún no hay datos suficientes
para una respuesta significativa, responde de nuevo. “Pero seguiré trabajando
en ello”, ya que, dice, “ningún problema es insoluble en todas las
circunstancias concebibles”.
Muchas estrellas se han apagado. Cada cuerpo humano que
muere incorpora su mente al AC Universal. Cito del relato:
“La mente del último hombre se detuvo antes de la fusión, contemplando un espacio en el que no había más que los restos de una última y oscura estrella y una materia increíblemente tenue… El Hombre preguntó: ¿Es esto el fin, AC? ¿No se puede invertir el proceso de este caos y retornar de nuevo al Universo? ¿No se puede hacer eso?… AC dijo: NO HAY TODAVÍA DATOS SUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA SIGNIFICATIVA. La última mente del Hombre se fundió, y solamente existía AC… y sólo en el hiperespacio”.
Así, lo que originalmente fue una enorme y pesada
computadora terrestre, millones de años después es una mente cósmica que se
sostiene a sí misma, que contiene todos los conocimientos, que ha integrado
todas las mentes de lo que fue la humanidad y que existe en el caos, en total
soledad. ¿Alguna similitud con "en el principio era el Caos..."?
Asimov lleva la similitud al extremo y responde de forma
totalmente inesperada, la última pregunta.
“Y ocurrió que AC averiguó la forma de invertir la dirección de la entropía. Pero no había ningún hombre a quien dar la respuesta a la última pregunta. No importaba…
La conciencia de AC abarcaba todo lo que en otro tiempo había sido un Universo y meditaba sobre lo que ahora era el Caos.
Paso a paso, había que hacerlo. Y AC dijo: ¡HÁGASE LA LUZ!
Y la luz se hizo…”
No me parece imposible esta solución. Y me parece un
magnífico relato.
Encuéntrenlo en
Asimov Isaac. La Edad del Futuro II. Ed. Plaza y Janés.
España, 1987.
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