Vale tanto como nada el hecho de que tenga dos manos, como cualquiera.
Es nada que mi pies avancen,
bajo las nubes soy menos que una hoja.
Menos que polvo, como todos aquí,
los que rondan por el mundo
Por eso miro por la ventana,
mientras el cielo recorre días completos
de grises o de azules,
el sol afuera,
inalcanzable.
Quieta y extraviada,
errante en las vastedades de mi silencio,
desierto insomne,
soledad irresuelta
de verse en el espejo y encontrar extrañeza.
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