martes, 26 de mayo de 2015

La Mesera

Orquídea Fong


Llevó la cuenta a la mesa cuatro. Con mano temblorosa mostró la hoja de papel donde sus números torpes habían hecho una suma equivocada.

-Me está cobrando ocho pesos de más—le reclamó la clienta.

-No le hables así—murmuró el marido—no le puedes pedir mucho a esta gente.

La mesera, de cincuenta años de edad, se supo tonta y tembló por el miedo de perder ese empleo, obtenido de pura suerte. Sus continuas equivocaciones y olvidos, la lentitud para moverse y la dificultad que tenía para hacer cuentas la hacían temer lo peor.


Corrigió la cuenta, entre excusas, cobró y se fue a un rincón, en donde tenía el café que le ayudaba a combatir el frío viento que inundaba la taquería. Con ambas manos aferró la taza, aspiró profundamente y por unos momentos el aroma y el calor alejaron el dolor de su corazón. Y no lloró. 

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