viernes, 1 de julio de 2011

De clicks, likes, retuits y otros parámetros del éxito




Me dice mi estimada América Pacheco que la "Carta Abierta a la ALDF" que divulgamos ayer por este blog y los  de varios amigos está teniendo buen eco. No por supuesto el medio millón de visitas que obtuvo el video de el "FUA" (¿Cómo compararnos contigo, master?), pero si varios cientos de visitas, likes, retuits y republicaciones en Facebook.

Yo tengo muy claro que quienes se interesan en la cosa pública, en la política, (bajo el viejo concepto griego de la "polis", como ciudad y la política como lo relativo a la ciudad) son o somos minoría. Yo misma me he desentendido muchas veces, pensando, como mucha gente, que no es mi asunto, que no tengo tiempo o bien que poco puedo hacer.

Hartos de la política
Los mexicanos (y los chinos, si hablamos de mi otro origen, cómo no)  hemos vivido acostumbrados a ver como pasan por encima de nosotros,  como se amafian ciertos grupos para agandallar, ganar el hueso y hacer de su breve estancia en un puesto público el modo de hacer un cochinito que les resuelva la vida a ellos, sus hijos y sus nietos. (Por cierto que hoy 1 de julio, se celebra el 90 Aniversario del Partido Comunista Chino y el país esta que se cae de propaganda exultante y heroica. Sería gracioso si no fuera tan grave).


De niña anduve mezclada, por mis padres, en algunos mítines priístas (eso quedó atrás, lo juro)  y de ahí, me quedó clarísimo que no hay nada más mortalmente aburrido que estar en la política. Luego, por motivos de mi profesión, fui varios años redactora de noticias del área política y mi convicción de que esta labor era lo más sórdido y repulsivo del mundo se afianzó. Además, no le tengo fe a las marchas, a las manifestaciones ni a los plantones. Me parecen singularmente ineficaces--divertidos y llenos de energía, eso que ni qué--como medio de presión sobre el gobierno.

¡Al internet, compañeros!
Sin embargo, parece ser que la revolución informática nos ha regalado la mejor herramienta  que hayamos conocido jamás: las redes sociales. Si ya en tiempos en que sólo usábamos el correo electrónico se hicieron grandes cosas en materia de activismo y difusión de la información--por ejemplo, la famosa Caravana Zapatista se apoyó muchísimo en el e-mail--la existencia de las redes sociales ha multiplicado geométricamente nuestro acceso a grandes cantidades de personas, nos ha dado la forma de difundir texto, audio, video, peticiones de auxilio, genial cotorreo multitudinario, y más, de manera expansiva. Hagan de cuenta que cada información que prende es como un pequeño Big Bang que estalla y se hace grande, grande en todas las direcciones posibles.

Lo dijo bien América en su más reciente texto de Animal Político, es la "Revolución 2.0", mediante el recurso que más temen los políticos: la información. Y además, cínica soy al decirlo,  desde la comodidad de mi hogar, mi oficina o el starbucks, vips o sanborns al que me haya ido a arranar para tomar café al tiempo que navego, trabajo, paso el chisme y presiono políticos.

La cantidad de información disponible mediante internet y las redes sociales es infinitamente mayor a la que teníamos a mano cuando sólo contábamos con radio, televisión y medios impresos. La razón es sencilla y enormemente trascendente: los lectores también nos hemos vuelto autores. Esto, como periodista, me impone retos muy fuertes, ya que todos tienen las mismas posibilidades que yo de hacer un blog, una revista electrónica  o incluso un podcast. Pero como ciudadana, estoy en una posición magnífica, que debo aprender a usar de forma inteligente.

Lo más curioso, es que la importancia de las redes sociales es tal, que los políticos e instituciones se han visto obligados a abrir sus cuentas en twitter y en facebook,  para no quedar fuera del juego. Es decir, ellos iban detrás que muchos de nosotros. Pero claro, han aprendido rápido que las redes les sirven para publicitarse, y estar al pendiente de sus críticos y en casos como Edith Ruiz Mendicuti, atacarlos directamente. Y bueno, han sido la razón del surgimiento de una nueva área profesional para los comunicólogos: el comunity management, que es el manejo profesional de las redes sociales para personalidades, instituciones o empresas.

Infectemos 
La fortaleza del ciudadano no está, como pudiera pensarse, en poder "arrobar" (neologismo raro, pero muy atinado)  a un funcionario en un tuit, ya que es fácil ser bloqueado o simplemente ignorado. La fuerza está en lo que se ha dado en llamar la difusión viral: que un mensaje se propague como una infección, en múltiples direcciones simultáneamente. Para ello, uno debe contar con amigos solidarios que, por estar de acuerdo o por amistad, accedan a divulgar el mensaje que nosotros hemos elaborado o si no, contar con un mensaje tan impactante que muchos sientan el deseo de difundirlo.

En estos momentos, cumplimos cinco días de haber divulgado el acoso cibernético en el caso Mendicuti, y el tema ya es ampliamente conocido en redes sociales. Es a eso a lo que le temen los políticos: al ciudadano bien informado.

Usemos nuestro poder. Súmate a la iniciativa.... Si quieres.

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