martes, 20 de diciembre de 2011

A Christmas Carol: Una utopía de transformación social




Orquídea Fong

Desde su primera edición en el lejano 1843, fue un bestseller: seis mil ejemplares vendidos en un par de semanas. Se constituyó de inmediato en un clásico en el sentido de referente cultural, de abrevadero para el imaginario colectivo, y actualmente, es parte obligada de los símbolos y constructos de la Navidad occidental. A Christmas Carol, traducido inexactamente como Una Canción de Navidad o Un Cuento de Navidad, de Charles Dickens, (la traducción más cercana sería Un Himno de Navidad), fue un fenómeno literario primero, y cinematográfico y televisivo después. Su primera adaptación para la pantalla se realizó en 1901 y la más reciente, en 2009.

Alguna vez leí que el mejor cuento es aquel en que el escritor hace a sus personajes cumplir  su más caro anhelo, pues con ello proporciona contundencia a la narración. Si esto es cierto,  el relato de Dickens es gran muestra de ello y seguramente, la razón de su gran fuerza y largo éxito. En A Christmas Carol, Dickens logra, ni más menos, transformar al salvaje capitalismo inglés de mediados del  siglo XIX, personificado por Scrooge, en el sistema humanitario y solidario que él deseaba para su patria y del cual él y su familia fueron víctimas.

La fábula, el cuento moral que Dickens construye, no tiene como principal objetivo ensalzar la Navidad sino llamar a la generosidad y misericordia del poderoso, utilizando el adecuado marco de la temporada navideña. 

Su trasfondo temático, pues, no es religioso o festivo, sino social,  y su motivación, hacer dinero. Se cuenta que el autor trabajó de firme durante seis semanas para tener el libro a la venta para  el 17 de diciembre de 1843. 

Dickens—escaso de fondos—calculó que un cuento navideño podría ser un buen producto a colocar en el mercado editorial y se puso a ello. Su intuición no le engañó, aunque las primeras ediciones no le dieron ganancias exorbitantes (pues había realizado una fuerte inversión que tuvo que amortizar). Sin embargo, el libro jamás dejó de venderse.

Scrooge es la personificación del sistema económico emanado de la revolución industrial inglesa, en el cual la población urbana y buena parte de la rural se ha convertido en un proletariado paupérrimo y un conglomerado de “pobres” viviendo de la caridad. Un sistema en donde los hombres de negocios disfrutan  los vacíos legales en materia sanitaria, social y laboral, aunque también padecen la exagerada carga fiscal impuesta sólo a ellos y a la clase trabajadora. (Los aristócratas gozaban plena exención fiscal). De hecho, se recordará que Scrooge se queja de ello ante los hombres que lo visitan para pedirle un donativo, al mencionar que bastante caras le cuestan las cárceles.

Al ser Scrooge la abstracción de todo un sistema, Dickens lo pinta como vacío, seco, aislado, ni triste ni alegre, sino más bien... muerto. Además de avaricioso, mezquino y despiadado (no necesariamente malvado), Scrooge carece de afectos y vida personal.

Los defectos del viejo agiotista no son (con excepción de la avaricia), los bien conocidos pecados capitales. Son más bien todas aquellas características que mantienen a los seres humanos separados unos de otros, inconscientes de su hermandad. El sistema económico,  nos hace ver Dickens, no es un ente aparte de las personas, sino está conformado por individuos que se niegan a ver que todos somos “compañeros del viaje hacia la tumba”.

La Navidad como fiesta religiosa
Dickens es cauteloso al abordar la Navidad como festividad cristiana. Pasa rápidamente por el tema del origen de la fiesta y se centra en resaltarlo como una época para ablandar el corazón. Pareciera, (sobre todo por el aspecto del espíritu de la Navidad presente), que, sin dejar de rendir respeto al origen de la fiesta, Dickens la identificara  más bien con las antiguas Fiestas de Invierno del norte de Europa. En boca de Fred, sobrino de Scrooge, Dickens dice:

"Puede que haya muchas cosas buenas de las que no he sacado provecho", replicó el sobrino, entre ellas la Navidad. (...) (acerca de)  la Navidad--aparte  de la veneración debida a su sagrado nombre y a su origen, si es que eso se puede apartar--siempre  he pensado que son unas fechas deliciosas, un tiempo de perdón, de afecto, de caridad; el único momento que conozco en el largo calendario del año, en que hombres y mujeres parecen haberse puesto de acuerdo para abrir libremente sus cerrados corazones y para considerar a la gente de abajo como compañeros de viaje hacia la tumba y no como seres de otra especie embarcados con otro destino”.

Exhorto al poderoso
Mediante el viaje al pasado, presente y futuro que los espíritus regalan a Scrooge, Dickens les dice a los poderosos de su tiempo: “tú también fuiste pobre, o pequeño, o vulnerable. Al hacerte poderoso te olvidaste de tu humanidad y si no cambias, tu destino es la muerte, el desprecio y el olvido. Y lo que tú hiciste, lo harán contigo”. La forma de salvarse a uno mismo, está en ayudar a otros, abrir el corazón y mantenerse así todo el año.

Y, quizá llevo demasiado lejos mi interpretación, pero a mi modo de ver, es significativo que en el relato de Dickens no participe nadie de la aristocracia de la época. Scrooge es un antiguo niño pobre convertido en rico mediante el trabajo duro, pero finalmente, es un miembro del pueblo. Es como si Dickens no se molestara en querer dialogar con la aristocracia por no ver en ella posibilidad de redención alguna. Scrooge está endurecido, sí, pero finalmente, conoció la pobreza y puede comprenderla y además, también sufre, en su nivel, abusos. La aristocracia está en otra esfera, no paga impuestos, puede llegar al parlamento y monopoliza ciertas áreas de negocios. Es frívola y despreocupada y jamás ha conocido el dolor de la exclusión. Con ella no se puede contar para transformar el sistema.

Canción de Navidad
El libro está estructurado en cinco “estrofas”, pues se supone que es una pieza musical para ser cantada. Dickens lo llamó “carol”, una forma musical anglosajona que tiene su equivalente aproximado en nuestros villancicos.  La temática del carol usualmente es la temporada invernal o la llegada de la Navidad, pero también se tiene noticia de carols dedicados a las fiestas de las cosechas. Como  tantas tradiciones, el origen  del carol es pagano. La noción se adaptó, con el tiempo, a composiciones para la liturgia católica y de ahí a componer carols navideños hubo solo un paso.

En tiempos de Dickens, se conceptuaba generalmente al carol como una composición religiosa específicamente navideña. Además, se cantaban también himnos, —no navideños —y canciones de navidad, de contenido festivo

Por ello,  al titular Dickens su obra como Christmas Carol, le quiso dar un matiz religioso, por más que en el relato la cuestión religiosa está tratada muy discretamente. Al español, se ha traducido el título como Canción de Navidad, debido a que no existe una traducción exacta del término “carol”.

Dickens y la Navidad inglesa
Es muy posible que, como dicen algunos autores, el éxito enorme que Dickens consiguió con este relato se haya debido en parte al clima de nostalgia que vivía entonces Inglaterra por las “viejas” tradiciones navideñas, perdidas o relegadas por la “vida moderna”. Se cuenta que el marido de la entonces joven Reina Victoria, el alemán Alberto, había importado de su país la costumbre del Árbol de Navidad, dando un nuevo impulso a la forma de celebrar esta fiesta.

Con el personaje del viejo avaro que ablanda su corazón, Dickens le da a este imaginario navideño en reciente reconstrucción, un nuevo elemento original humano y casi laico, fácilmente asimilable por religiosos y no religiosos. Un verdadero acierto.

Con mayor o menor fortuna, las diferentes adaptaciones han divulgado la archisabida trama del relato y logrado el efecto moralizador que se propuso Dickens. A mi juicio, la mejor interpretación actoral la ha hecho George C. Scott (1984)  y la mejor producción no actuada es “Los fantasmas de Scrooge” (2009), de Disney, que presenta una excelente animación, efectos de sonido y musicalización.

Vale la pena acercarse al relato original y disfrutar todas las propuestas escénicas de este clásico.

Para leer el relato completo, entra aquí:

2 comentarios:

  1. Me encanto tu texto,es completo, conciso, preciso, y macizo. Y creo que el Himno es promovido por la Iglesia Protestante, sobre todo en Inglaterra, en donde, para dar testimonio de el nacimiento de Dios hijo, los evangelistas cantaban en las calles Himnos navideños, que nadie podría pasar por alto, pues se cantaban todo el día y parte de la noche, así que sin duda estos himnos formaron parte de los tormentos del Pobre viejo... Dios te bendiga.

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  2. GRacias por comentar y disculpa por responder hasta ahora. Bendiciones a ti.

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