lunes, 6 de mayo de 2013

Amorosa madre de Oriente

Orquídea Fong


Es la “salvadora”, la madre misericordiosa. Acude prontamente al llamado de sus fieles, con tan sólo ser pronunciado su nombre. Se le han construido templos en todos los rincones de India, China, Japón, Malasia, Indonesia, Vietnam, Filipinas, Singapur, Taiwán y Tíbet. Se dice que prácticamente en cada hogar de Asia tiene un altar. Es la protectora de los niños y las mujeres, de los marineros y los hombres de negocios. Es la Deidad del Arroz. Es sanadora, exorcista, partera, patrona de causas perdidas. Acompaña a los muertos al cielo y quita el pecado de las almas.

Se la llama, según el país, Kuan Yin, Kwannon, Guan Eum, Quan Am … “la que escucha el lamento del mundo”. Es, sin lugar a dudas, la deidad más amada de toda la teología budista-taoísta. La tercera parte de la población mundial, más de dos mil millones de personas (incluida quien esto escribe), la veneran, la aman y ponen en ella su confianza. Es la Diosa de la Misericordia, la más alta virtud que puede alcanzar un ser humano, según el pensamiento budista.

La evolución de la figura de Kuan Yin es larga y tiene puntos inciertos. Existe mucho debate entre los estudiosos sobre el origen de esta devoción. Se dice que su culto comenzó en la India, como parte del budismo, y que en dicho país tenía el nombre  de Avalokitesvara, siendo entonces considerada una deidad masculina. Al pasar el budismo a China (lo que ocurrió en diversos momentos históricos y en diferentes lugares) el culto a la deidad de la misericordia se extendió también. “Avalokitesvara” es una palabra sánscrita que significa “el que escucha el llanto del mundo” y Kuan Yin es la traducción de dicho concepto al chino. El término “Kuan Shih Yin”, otra forma de nombrarla, significa “Buda Kuan Yin”.

Pronto, se representó a Avalokitesvara también como mujer o como andrógino. La noción era que un buda, al estar libre de las ataduras de la carne, no posee género definido. Pero la preferencia popular la hizo una deidad femenina, por asociar sus cualidades de bondad y compasión con la más elevada naturaleza de la mujer. El pueblo se hizo así de una madre protectora y amante, que ama a sus hijos sin importar lo que ellos sean.

Existe otra explicación al origen de Kuan Yin. Se la asocia con una doncella santa, una monja budista china llamada Miao Shian, cuyas muchas virtudes y buenas obras la hicieron alcanzar la iluminación.
Al lograr este estado de pureza, se convirtió en Diosa, siendo llamada Kuan Yin. La leyenda de Miao Shian tiene diversas versiones. En algunas de ellas no existe relación alguna entre la doncella china y Kuan Yin. Se cree que la asociación de ambas figuras es una forma en que los budistas chinos quisieron hacer de la Diosa de la Compasión una deidad nacional.

Kuan Yin es accesible, a diferencia de otras deidades.Hay escritos donde se dice que ella prometió acudir al auxilio de cualquiera que pronunciara su nombre. Otras deidades requieren largos rituales para acercarse al ser humano. Ella está ligada a la humanidad por un voto de amor: ha prometido, dicen las sutras budistas, no ingresar al Nirvana (que se ganó desde tiempos inmemoriales) hasta que todos y cada uno de los seres humanos hayan alcanzado la salvación.

Kuan Yin se representa de diversas maneras según el aspecto que se quiera resaltar de ella. La encontramos en pinturas o esculturas, sentada sobre una flor de loto. También de pie, con las manos en una postura yoga, con una canasta de pescado o viajando sobre un dragón. Estas representaciones aluden a diversas leyendas originadas por milagros hechos por la diosa.

A ella se la asocia fuertemente con los niños. Se le encomiendan, para protección, los bebés recién nacidos y las mujeres que no pueden embarazarse peregrinan hacia alguno de sus templos para solicitar les sea concedido un hijo.

Ella es la madre misericordiosa que ofrece amor incondicional y perdón a las sufrientes criaturas humanas. Sus devotos saben que ella estará con ellos hasta que la rueda de las reencarnaciones se detenga y este mundo llegue a su fin.

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